Sin tenerlo previsto. Tras preparar el equipo salí a media mañana. Decidí dirigirme hacia el embalse de Benagéber. Hacía buen tiempo y el cielo tenía algunos cúmulos dispersos que contrastaban con el azul intenso. Era algo más de una hora de camino, pero pensé que merecía la pena. Pasaría casi todo el día por la zona.
Conduciendo desde Valencia en dirección a Ademuz, llegué al desvío hacia la población de Tuejar, 1 kilómetro después, un cerrado giro a la derecha para tomar la carretera al pantano, y trás 15 kilómetros, subiendo y bajando por una sinuosa carretera, se llegué al embalse. Yo me detuve unos cientos de metros antes, justo antes de entrar en el túnel que da acceso a la presa, junto al aliviadero. Desde allí hay una vista preciosa del embalse, de la presa y de un centro de turismo situado en lo alto de una de las lomas cercanas, en el que se realizan actividades de aventura o se pasan unos días de descanso en un lugar tan tranquilo como ese.
Sin sacar el equipo del maletero di una vuelta por la zona para comprobar posibles composiciones y puntos de vista.
Llegué a la orilla del pantano. El agua, transparente. Se podían ver los pequeños pinos sumergidos que habían crecido antes de que las últimas lluvias hicieran subir el nivel del embalse.
Un vistazo rápido a varios puntos y decidí donde haría algunas tomas. Vuelta al coche a por el equipo y en diez minutos estaba preparado para disparar.
Utilicé el filtro polarizador, para quitar reflejos en la orilla y hacer aparecer el fondo. Después opté por dos filtros de densidad neutra de 2 y 3 pasos y, cerrando el diafragma, disparé a poco más de un segundo de velocidad, esperando suavizar el ligero movimiento del agua por la brisa. En ambos casos encuadré monte, cielo y agua.

Cambié de punto, dirigiéndome a un balcón construido sobre la orilla, junto al aliviadero, que en esos días estaba algo elevado sobre el nivel del agua. Pocas lluvias. Desde allí se veía la presa y las construcciones adyacentes.

Un par de fotografías con encuadres diferentes y comenzó a llover ligeramente. Las nubes se habían vuelto oscuras sobre mi, apareciendo por detrás del monte que tenía a mis espaldas. No las vi llegar. Vuelta al coche. Aproveché para comer y beber. Como el cielo no despejaba decidí cambiar de localización. Iría a Titaguas, otro pueblo que me gusta visitar, junto con el de Aras de los Olmos, en la misma zona, ya cerca de la provincia de Cuenca. Aprovecharía para ver como estaban los campos de cereales.
Me detuve antes de llegar a Titaguas, justo al inicio de una recta de 3 kilómetros que lleva a la población. En ese punto comienzan los campos de cereales. Una toma de la carretera y me adentro por los caminos rurales. Hago un par de fotografías desde puntos que ya conocía. Me detengo a contemplar la zona. Es una planicie de aproximadamente 20 km2 repleta de campos, entre Titaguas y Alpuente. A lo lejos se llegan a ver los molinos de viento repartidos por las sierras de la comarca.

Las plantaciones comenzaban a brotar, por lo que el amarillo de la tierra es el color dominante, dentro de poco las espigas de los cereales dominarán el paisaje. Volveré entonces para fotografiar aquellos campos.

De nuevo en el coche, con la intención de hacer una parada durante el camino de vuelta a casa. Sabía hacía un tiempo de un punto alto con acceso por una vía forestal bastante bien conservada. Podría ser que hubiese algo interesante que fotografiar. A unos 5 kilómetros en dirección a Valencia se encuentra el alto de la Montalbana, con 942 metros de altitud, a la izquierda de la carretera, se encuentra la pista forestal que se dirige al cerro de la Buena Leche, donde se encuentra una caseta de vigilancia forestal, justo en el punto donde se encuentra un punto geodésico, el 66638, a 1020 metros sobre el nivel del mar.
Desde allí podía contemplar una amplia zona de sierras, con muchas estaciones eólicas. Incluso se llega a ver el observatorio astronómico de Aras de los Olmos.

Hice algunas fotografías aprovechando la altura. Los molinos de viento, el contraste en los montes entre la luz del sol y las sombras de nubes… Algunas tomas de molinos las utilizaré para ampliar mi portfolio en las agencias de stock.
Faltaba poco para que el sol se escondiese y a mi me quedaban bastantes kilómetros para llegar a casa. Así que inicié la vuelta. Había pasado casi todo el día en los montes de la comarca y tocaba volver a la ciudad. Ahora con la vista y los pulmones despejados. Hasta pronto montes.